Esos días como hoy, tormentosos, grises y hasta insípidos, siempre tienen remedio con una llamada que te provoca risas (compartidas), que te trae a cuento recuerdos (compartidos) chiquitos y por ello, resultan los más valiosos.
Coincidir en que su mente y la tuya chocaron en un momento gracioso (y no se separaron desde ahí) y re-coincidir que sin embargo se habían rozado antes, en otra anécdota que recordás con los contornos tan claros, que te parecen ayer (y te da la misma sensación que tuviste en ese preciso momento).
“yo le guiñaba un ojo a mi nariz, tú consolabas a tu soledad..”
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